Por H. Spencer Lewis, F.R.C., Ph. D
Indudablemente que éste es un período en la vida de muchisimas personas, en que el pasado queda en el recuerdo, y el futuro se asoma como una grave interrogación.
Parece que esas personas estuvieran al borde de un gran precipicio. Detrás de ellos están los campos, montañas y valles por los cuales viajaron con mas o menos seguridad y con mucho placer y felicidad, mezclados con períodos de penas y aflicciones que ahora parecen inconexos al enfrentarse al gran abismo lleno del terror de lo desconocido que les presenta un serio obstáculo a su futuro progreso. Al hacer frente a este ancho precipicio, parece que solamente un milagro los ayudara a cruzar el gran espacio abierto y les impedirá caer en las negras profundidades, dando fin a su carrera. En los primitivos días, cuando los exploradores atravesaron por primera vez el Continente Norteamericano intentando alcanzar los campos auríferos y los fértiles valles de California, hubo muchas ocasiones en que hordas de ellos, en carretas cubiertas y a pie, hicieron frente a situaciones semejantes. Parecía que el fin de la jornada estaba cerca y sin embargo la meta de sus aspiraciones estaba lejos. Durante días, acampaban al borde de un precipicio o cañon y se preguntaban si jamas cruzarían ese gran espacio de millares de metros de profundidad, para continuar su camino al otro lado hacia la meta distante. Estuvieron frente a verdaderos problemas de ingeniería y sin embargo no tuvieron ni la pericia ni los materiales para construir puentes sobre tales barrancos.
La historia de esos exploradores o «pioneros» nos dice que al fin encontraron un camino para ganar el otro lado y continuar hacia el Oeste, y sus proezas serán siempre un monumento inolvidable. Su ingenuidad, sus plegarias al Dios de su corazón y su comprensión para obtener inspiración, su resolución, su voluntad y su intrépida fe en la Providencia, los ayudaron a resolver sus problemas. No podían regresar, pues habían viajado meses y meses atravesando desiertos donde no había alimentos ni agua, y sus provisiones se habían agotado; esto significaba que o seguían adelante o se quedaban donde estaban hasta morirse de hambre. Seguramente que esas personas confrontaron mayores obstáculos que los que surgen ante mucha gente de hoy que piensa que su problema no tiene solución. El abismo que se abre ante estas personas de hoy es mental y no físico. Los obstáculos que tienen que vencer son más mentales que físicos en todos sentidos. Es indudable que estas personas están sobre una roca material y que en el momento presente tienen obligaciones y condiciones materiales a que atender; pero el precipicio que yace entre ellas y el futuro progreso de su vida no es físico ni puede salvarse con cosas materiales.
El incentivo que animo a los primeros exploradores a enfrentarse a su problema e intentar resolverlo, fue que el futuro que estaba frente a ellos era completamente definido, atrayente y tentador en todos sentidos. No dudaban de la alegría, la felicidad y el buen éxito que les esperaban una vez que cruzaban el gran abismo. Fue este cuadro de la futura prosperidad y el goce de las más grandes bendiciones de la vida lo que estimulo su determinación de resolver sus problemas. Los individuos que hoy se sienten deprimidos y que se detienen al borde del abismo de la duda y la incertidumbre, no tienen ante sí el cuadro tentador que los aliente para solucionar sus problemas. No pueden entrever un futuro brillante y feliz, ni pueden ver la meta de sus deseos que les espera allá en el horizonte.
Por esta razón dudan y desean saber si el esfuerzo para vencer el presente obstáculo vale o no la pena, y si alguna cosa futura será digna de un supremo sacrifico de hoy. Este es su error, y este es realmente su mayor problema, pues deben expulsar de su mente la duda acerca del futuro, y deben tener una imagen gloriosa de lo que se encuentra mas allá, a fin de que puedan esforzarse en detener sus problemas presentes y vencerlos. Los primeros exploradores no supieron nada del futuro que les esperaba, a no ser por los informes que llegaban a ellos y por los cuadros que forjaban en su mente. Muchos meses antes de que partieran de sus casas en el Este del país, y durante los muchos meses de sufrimientos y privaciones de la travesía, ellos crearon, trazaron y reconstruyeron sus cuadros mentales de lo que el futuro les deparaba. En sus horas de soledad, de privación, de frío, de hambre y de intenso sufrimiento en las tormentas y otras calamidades, ellos aliviaron su cuerpo y su mente rechazando el presente y el pasado, y viviendo mentalmente en la bella imagen del futuro que conservaron y mantuvieron en su mente, frente a ellos, como una valiosa recompensa para todo sufrimiento y todo esfuerzo. El futuro llegó a ser tan real para ellos, tan verdadero, tan cercano y tan tangible en todos sus elementos, que fueron capaces de salvar el abismo del presente y cambiar del pasado al futuro en un abrir y cerrar de ojos. Sus sueños, de día y de noche, fueron vividos en la tierra que estaba mas allá del horizonte, donde estaría todo lo que ellos habían formado en sus imágenes mentales. Crearon casas, fincas nuevas en fértiles valles o en laderas de pintorescas colinas; llenaron cofrecitos con oro y cajas con frutas. Visualizaron una vida nueva, un nuevo esfuerzo, un clima templado y una abundancia de la necesaria paz, de la felicidad y el contento. Disfrutaron de esas cosas cada día y cada hora, siempre, antes de que alcanzaran la orilla occidental del abismo. Formaron un mundo nuevo en sus imaginaciones, y este mundo nuevo constituía su futuro y a medida que completaban el cuadro y terminaban todos sus maravillosos detalles, se representaban ellos mismos dentro de él, y se hacían partes vivientes y vibrantes del cuadro, de modo que nada del presente, ningún obstáculo, barrera ni encanto, les impidiera marchar del presente al futuro y realizar todo lo que habían visualizado.
Los muchos individuos que hoy dudan y vacilan, deben crear de la misma manera un nuevo futuro y una nueva vida mas allá del presente horizonte. Deben considerar todos los sufrimientos y todas las alegrías del pasado como meras experiencias que los capacitan para escoger entre lo bueno y lo malo, a fin de ponerlo en la nueva pintura, el nuevo futuro y la nueva vida. Cada experiencia tiene su lección, cada una de las alegrías y penas del pasado y del presente solo son ilustraciones para enseñarnos lo que hemos de crear y lo que no hemos de crear para el futuro.
No Hay que Esperar.
El futuro de cada uno de nosotros puede ser precisamente el que hayamos formado. Pero no debemos esperar hasta que estemos en el futuro o hasta que lleguemos al nuevo valle de la nueva tierra para entonces empezar nuestros planes para el estado, la casa, los jardines, el huerto, las minas, de los cuales obtendremos nuestro bienestar y todo lo que necesitamos. Hemos de visualizar cada detadle, debemos pintar en todo el cuadro e irle agregando todos nuestros ensueños y meditaciones, hasta que llegue a ser una cosa viviente en nuestra existencia, no en el futuro, sino en el presente. Debemos considerarnos como de pie en el borde de este cuadro, a punto de echar a andar dentro de el y a principiar a lograr todo lo que hayamos creado. Si hacemos esto, los obstáculos que ahora nos parecen alzarse frente a nosotros quedaran dominados y negados en nuestra ambición, en nuestra determinación de cruzar la línea que separa el presente del futuro, para vivir en el cuadro que nos hemos formado. Esa visualización o creación no solo nos dará la atracción y la seducción que nos llama, sino también el estímulo y la determinación, la fe y el poder, para ir mas allá de los obstáculos presentes.
No hay limitación para lo que la mente puede crear en su imaginación. No hay castillos demasiado altos, ni casas demasiado grandes, ni estados demasiado extensos, ni partes del país demasiado bellas o demasiado fértiles, para la mente que visualiza. El mundo es nuestro cuando se trata de formar el cuadro mental de lo que queremos y de lo que hemos de tener. Además, la historia de la civilización prueba que no hay límite a la creación de las cosas materiales que el hombre ha visualizado. Toda la historia de las proezas del hombre, desde le principio del mundo, prueba que lo que el ha visualizado mentalmente puede llevarlo a la realización verdadera. Los sueños de los hombres de antaño, que parecían vagos, indefinidos, imposibles, hoy se nos presentan en sorprendentes realidades concretas, y despertamos de nuestra duda e incredulidad para comprender que mientras nosotros desconfiamos y dudamos, otra mente maestra torna un sueño en realidad, y las cosas imposibles del soñador de ayer son las cosas materiales que se nos ofrecen hoy. Conforme analizamos las creaciones del hombre y sus triunfos, nos impresiona un hecho de los más sobresaliente, a saber: que el que nunca sueña o nunca pinta un cuadro mental, nunca crea ni una sola cosa en el mundo de las realidades. A nuestro alrededor vemos a aquéllos que han formado y construido para sí mismos las coas que tienen, y hay otros que están en la pobreza o que no pueden satisfacer sus necesidades actuales, que no tienen visión, que jamas intentaron crear en su propia mente ni una sola cosa, y que dependen de las creaciones de los demás y de los donativos que pueden llegarles por caridad. ¿Quién quiere ser usted, el creador de su vida y el constructor de las cosas que necesita, o el que debe tomar lo que abandona la generosidad de otros, lo que se da a usted a cambio de las labores mas duras o lo que se le niega por completo? ¿Quiere usted ser el siervo y el mercenario que acepta de las manos de un amo las cosas que éste ha hecho y que ya no necesita, o aquello que de modo caritativo quiere compartir con usted parcial o incompletamente? ¿O quiere usted ser el creador y hacer las cosas que quiere y llevarlas a la realidad en su vida, de modo que usted no dependa de nadie ni de nada, excepto del gran poder creador que reside dentro de usted mismo? Dios le ha dado el mismo poder creador que El posee, y El ha hecho este mundo bello y feliz para todas las criaturas vivientes. Esta gracia es suya por derecho de nacimiento y solo usted resuelve si ha de emplear este poder o ha de ignorarlo.
Avance, sálgase de su estrecha visión de obstáculos que parecen rodearlo, y cierre sus ojos a ellos por un momento y forme un nuevo cuadro. Aparte el pasado y el presente de su consideración, y forme una nueva vida, un nuevo día, desde mañana. Construya esto en su mente, parte por parte, y en sus conversaciones y contactos con quienes lo rodean, hasta que tenga una imagen perfecta del futuro que esta apenas mas allá del horizonte de hoy. Marche entonces con valor y determinación dentro de este nuevo cuadro y principie la jornada que conduce al nuevo hogar, a las nuevas posesiones, a los nuevos goces de la vida. Usted vera que es amo del cuadro y señor de esas realidades, y encontrara en ellas la mayor felicidad y la más grande recompensa; dedique a esto todos sus esfuerzos y todos sus pensamientos.
(Este artículo fue publicado por primera vez en la revista «El Rosacruz» Vol. II No.5 Editado en Mayo de 1949)
http://www.egrupos.net/grupo/amorc




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